El MERCOSUR surge en un contexto internacional donde se asistía a una reestructuración en el orden de post guerra fría; y en el cual se delimitan las agendas y la orientación de las políticas exteriores en la búsqueda de una mayor internacionalización. Fruto de estas circunstancias, la percepción del espacio paso a contener un componente más geoeconómico y menos geopolítico debido a que se asignaba un mayor peso al comercio internacional como motor del crecimiento. En este sentido, los temas del nuevo orden para los países de la región estuvieron marcados por tres referentes principales: el Consenso de Washington, la puesta en marcha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Iniciativa para las Américas. Y la agenda delineaba una serie de objetivos para un cambio de políticas en toda el área como la consolidación de las democracias, la reforma del estado, la apertura de la económica y el ingreso de nuevos temas en el comercio internacional.
Actualmente las variables estructurales se han modificado notoriamente con el fracaso en la aplicación de las recomendaciones promovidas por el Consenso de Washington, el desvanecimiento de las promesas efectuadas por la OMC en la Ronda del desarrollo y las negociaciones marcadas por el bilateralismo que Estados Unidos esta llevando a cabo en el área. Estos sucesos hacen que las negociaciones comerciales presenten dos desafíos de gran envergadura, por una parte una pérdida de centralidad de la OMC, por otra parte, un activismo permanente en el tablero hemisférico. Al respecto, a diferencia de lo que ocurre en la OMC las negociaciones por el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) muestran un movimiento continuo pero sin producirse definiciones ni modificaciones de peso.
En este escenario el MERCOSUR debe extremar sus aptitudes para diversificar los riegos y adquirir la suficiente destreza para adecuarse a los desafíos que propone esta nueva realidad. En este trabajo se plantea que el MERCOSUR contiene vicios en su conformación, que son producto de una adecuación a los lineamientos del orden de post guerra fría; esta circunstancia produjo una relación pro cíclica entre los principales socios, que en esta nueva realidad internacional debe ser corregida en una etapa de revisión de su accionar y elaboración de propuestas de cooperación a corto plazo si se pretende arribar a la conformación de un núcleo organizador del sistema sudamericano y un interlocutor válido en la escena internacional
Las fallas de origen
Desde sus comienzos el MERCOSUR plantea algunas deficiencias en su origen de las cuales pueden mencionarse en primer termino, diferencias sustanciales entre los dos socios mayores en cuanto a los objetivos, para Brasil el MERCOSUR fue ideado como una herramienta que facilitara su reposicionamiento político en el ámbito internacional a partir del incremento en su poder negociador ante otros bloques regionales. En ese sentido, Bernal-Meza (2001) señala que “El MERCOSUR formaba parte de una estrategia de posicionamiento político: le otorgaba a Brasil prestigio, permitiéndole el liderazgo frente a Estados Unidos y sus iniciativas hemisféricas”. Por otra parte, el bloque fue visualizado como un instrumento económico que permitía arribar a una etapa intermedia para la liberalización comercial y la extensión de su mercado. La conformación de una zona geoeconómica dada sus capacidades productivas le permitía fundamentar sus aspiraciones de reconocimiento como potencia regional del bloque.
Argentina en cambio tenia como objetivo utilizar al MERCOSUR como instrumento de expansión comercial en el marco de las políticas de apertura y desregulación, sin tener en cuenta que se acentuaría su carácter de exportador primario. En política internacional es destacable el bajo perfil de Argentina respecto a las relaciones con Estados Unidos para evitar la profundización de diferencias en materia política y comercial.
En ambos casos los objetivos no pudieron ser logrados a partir de la conformación del bloque, en el caso de Brasil su debilidad para ejercer el liderazgo se hizo notoria en la falta de concertación de posiciones con su principal socio. Argentina tuvo una expansión comercial y un incremento de sus exportaciones pero tampoco fue un éxito pleno.
En segundo termino, el MERCOSUR se caracteriza por la disparidad tanto en el tamaño físico como económico de sus miembros que se reflejan en las prioridades sobre política comercial. Otra asimetría no menos importante se encuentra relacionada con el rango que las normas del bloque tienen para cada país. Mientras para Argentina las normas tienen un rasgo constitucional, para Brasil tienen un rango similar a leyes nacionales, esto implica una gran diferencia en el momento de adoptar una decisión.
En tercer termino, es posible observar una ausencia de consolidación normativa e institucional. Este déficit esta relacionado a la organización e institucionalidad del acuerdo. La estructura institucional del MERCOSUR se pactó en el acuerdo de Ouro Preto, su organigrama es relativamente simple, allí se combinan órganos colegiados de alto nivel (Reuniones Presidenciales, Ministeriales, y una Comisión de Representantes Permanentes) con una mínima presencia de organismos técnicos (como Comisión de Comercio, Secretaria Técnica del MERCOSUR y el Tribunal permanente de revisión). El actual funcionamiento del bloque se podría caracterizar como una estructura mínima donde las decisiones de mayor envergadura se concretan a partir de acuerdos ínter presidenciales. Esta forma de vinculación es simple y expeditiva pero implica que todos los conflictos políticos o comerciales se desarrollan sin un marco de contención y solo son dirimidos por los acuerdos presidenciales, ello implica que los mismos se encuentren menos sujetos a revisiones y reversiones.
En cuarto término, la falta de coordinación para aplicar el Arancel Externo Común (AEC), en teoría los países participantes de una unión aduanera se comprometen al cobro de un arancel común proveniente de las exportaciones del resto del mundo. En la práctica, los países integrantes del MERCOSUR cobran un arancel según sus preferencias en muchos de los bienes. Al respecto, se estima que alrededor del 30% del comercio no es cubierto por el AEC. Al respecto Bouzas (2005) sostiene que “ después de una etapa inicial en la que se avanzó rápidamente en la eliminación de aranceles, los progresos alcanzados en el ámbito regulatorio han sido muy modestos.”. Ello puede ser interpretado como resultado de la falta de una política y un espacio aduanero común.
Por último, en la etapa de consolidación se adicionarían dos temas de suma importancia, la ausencia de concertación sobre una posición común en las negociaciones y la falta de coordinación macroeconómica. Con respecto a la primera, el más importante punto de coincidencia hasta comienzos del presente siglo fue el compromiso de Belo Horizonte, cuando Argentina acepta la propuesta Brasilera de negociar conjuntamente frente al proyecto ALCA, “Sin embargo este compromiso sería permeado por contracciones y declaraciones ambiguas de ambos gobiernos” (Bernal Meza; 2001). En ese sentido, la Cumbre de Québec marca una sintonía y disminuye las diferencias en las posiciones. En cuanto a la falta de coordinación macroeconómica se produce por la falta de elementos políticos institucionales que aseguren la estabilidad en los intercambios, así las corrientes comerciales que se desarrollan se encuentran vinculadas con el nivel relativo de actividad de los países asociadas con el ciclo económico, la competitividad y medidas de origen artificial generadas por ayudas estatales y restricciones para el acceso al mercado.
Todas las cuestiones antes planteadas dejan en evidencia la prociclicidad de las fuerzas integracionistas, las disputas en temas recurrentes, que deberán ser solucionados si se piensa plantear una etapa de supranacionalidad.
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