El contexto internacional de los agrocombustibles
Diversos factores internacionales actúan directamente en promover los agrocombustibles. Por un lado actúa la mayor relevancia que adquieren los temas ambientales globales y los compromisos internacionales ambientales. Por otro lado, existen factores propios de los mercados internacionales y regionales de energéticos. Finalmente, también actúan aspectos geopolíticos, que incluyen tanto intereses comerciales clásicos como la marcha de la integración regional en el continente.
Debate ambiental internacional y compromisos regionales
En diversas ocasiones, los gobiernos de América Latina y el Caribe han asumido compromisos para incorporar energías alternativas y de menor impacto ambiental. En agosto de 2002 se presentó, en la cumbre de Desarrollo Sustentable de Johannesburgo, la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible 6. En ella los países latinoamericanos se comprometieron a “implementar el uso en la región, de al menos un 10% de energía renovable del porcentaje total energético de la región para el año 2010”. El mismo compromiso se mantuvo dos años después en la Conferencia Mundial de Energías Renovables de Bonn (junio de 2004).
Sin embargo el convenio internacional que más está influyendo en la creciente demanda de agrocombustibles es el Protocolo de Kioto (celebrado en el marco de la Convención de Cambio Climático de las Naciones Unidas). Es un acuerdo vinculante que obliga a las partes a reducir las emisiones de gases originados en la quema de combustibles fósiles y otras fuentes. Los límites impuestos a los países “desarrollados” que aparecen en el Anexo I de la Convención de Cambio Climático, los obligan a buscar alternativas que reduzcan el consumo de hidrocarburos. En el marco de estos acuerdos se le atribuye una “emisión cero” a la quema de agrocombustibles, ya que en virtud del ciclo natural del carbono, éste es reabsorbido en los cultivos. Por lo tanto, toda sustitución de combustibles fósiles por estos nuevos combustibles renovables implica una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En virtud de los grandes volúmenes de consumo de gasolinas y gasóleos en los países con obligación de reducción de emisiones y su baja disponibilidad de tierras para cultivo (como ocurre con la Unión Europea y Japón, por ejemplo), el mercado internacional de los agrocombustibles ha despertado un interés renovado y creciente.
El mercado de hidrocarburos
Los vaivenes en el precio del petróleo y sus derivados, y en especial los picos de altos precios que se han observado en los últimos años, explican el interés en los combustibles alternativos tales como los obtenidos a partir de cultivos. Hay analistas que consideran que los aumentos en el precio del barril del petróleo se deben sobre todo a la inestabilidad en Oriente Medio (en especial la ocupación de Irak). Sin embargo, también cobra mayor importancia el reconocimiento de que nos estamos aproximando al pico de extracción máxima diaria de hidrocarburos, y de ahora en más la producción mundial comenzará a caer. En efecto, no se encuentran nuevos yacimientos de envergadura, y es posible que casi la mitad de todo el stock global ya ha sido extraído o se encuentra bajo explotación.
Muchos analistas consideran que el cenit de producción ocurrirá antes del 2010, y hasta el Dr. Shokri Ghanem, "Premio Ejecutivo petrolero del año 2006" y participante en cargos directivos de la OPEP, ha reconocido la inminencia del problema
7.
Al aumentar el precio del barril del petróleo desaparecen las diferencias con los costos de producción de combustibles a partir de cultivos. Por ejemplo, el bioetanol de caña de azúcar de Brasil se hace competitivo cuando el precio del barril de petróleo supera los 35 dólares; en cambio, el bioetanol de maíz de EE.UU. es viable con precios del barril mayor a US$ 45 (Torre Ugarte, 2006).
Asimismo, hay países claves que desean reducir su dependencia de la importación de hidrocarburos. Por un lado, Estados Unidos busca bajar las importaciones de petróleo desde Venezuela y el Medio Oriente, y esta razón ha sido explícitamente
invocada en las medidas de promoción de bioenergías. Por otro lado, varias naciones europeas buscan también reducir las compras de hidrocarburos desde Rusia y otras repúblicas centroasiáticas.
Cambios en las estrategias energéticas
Los factores indicados más arriba generan cambios en las estrategias energéticas, donde se abren nuevas puertas para bioenergías, y además se crea un mercado internacional en agrocombustibles, el que a su vez es una fuerza de promoción en las naciones en desarrollo. La mayor parte de los países industrializados han establecido políticas para aumentar la proporción de agrocombustibles en sus respectivas matrices energéticas.
La Unión Europea ha fijado como objetivo que un 10% de su consumo de combustibles del año 2020 provenga de las biomasas. La unión es un pequeño productor de bioetanol pero muy importante de biodiesel (especialmente Alemania), aunque sus costos de producción son altos. Se generaron 902 millones lt de bioetanol y 458 millones lt de biodiesel que se obtienen de un mayor número de variedades (Jank, 2007).
Por su parte, en Estados Unidos el presidente G.W. Bush presentó su plan “Veinte en Diez” que pretende reducir en 20 % el uso de gasolina du-rante los próximos diez años. Entre otras cuestiones, esto presupone aumentar el suministro de combustibles renovables y alternativos alcanzando los 35 000 millones de galones (unos 132 000 millones litros) de combustibles alternativos en 2017, lo que representa el 15% del consumo anual de gasolina esperado para esa fecha 8. En cuanto al uso doméstico, los representantes de las grandes fábricas de automóviles (General Motors, Ford y Chrysler), en un encuentro con el presidente Bush, se comprometieron a que la mitad de su producción hacia el 2012 será de vehículos que funcionarán con una alta proporción en base a bioetanol. Finalmente, Japón está dando los primeros pasos para ampliar su consumo de bioetanol, primero a gasolinas adicionadas al 3% y luego al 10%. Se espera que Japón compre 1,8 millones lts/año a Brasil para atender esa demanda. Estas medidas tendrán un impacto directo en promover el aumento de la producción de agrocombustibles en América Latina.
En muchos casos estos cambios generan una demanda por agrocombustibles que serán comprados a proveedores internacionales, donde se abren muchas oportunidades comerciales para las naciones latinoamericanas. De esta manera, lo que se inició como una cuestión promovida por aspectos ambientales como el combate al cambio climático y la búsqueda de energías alternativas, se convierte además en un mercado global cada vez más importante, y con potencialidades de crecimiento enormes. Varios países de América Latina ya se están insertando en la comercialización global de agrocombustibles, donde Brasil es un claro ejemplo de exportaciones hacia Estados Unidos.
La nueva geopolítica energética de América Latina
El interés por los agrocombustibles en América Latina también debe ser analizado a la luz del contexto geopolítico de la región. Se mantienen diversas tensiones en la comercialización energética entre exportadores e importadores, especialmente de gas natural. Los casos más destacados son las controversias entre Bolivia y Brasil por el precio, control y propiedad sobre las explotaciones y comercialización del gas boliviano hacia Brasil, su principal comprador; han tenido lugar crisis de suministro en Argentina, que han obligado a suspender las exportaciones hacia Chile y Uruguay; Bolivia no comercializa gas natural con Chile, y Perú ha comprometido casi toda su producción hacia destinos fuera del continente.
Pero por otro lado, se concretaron acuerdos energéticos (como los de Venezuela y Colombia, y Bolivia con Argentina). Asimismo, se acaba de celebrar una cumbre presidencial sobre energía en Suramérica (Isla Margarita, Venezuela), donde se ha conformado un Consejo Energético en el marco de la Comunidad Sudamericana de Naciones. El énfasis de estas negociaciones apunta al petróleo y el gas natural, y en establecer interconexiones de energía y liberalizar el comercio regional. Los acuerdos regionales, tales como la Comunidad Andina de Naciones o MERCOSUR, no han logrado generar estrategias supraregionales para la energía ni políticas energéticas coordinadas. Hasta ahora el énfasis se ha puesto en las interconexiones físicas (oleoductos, gasoductos, y líneas de alta tensión) (véase Honty 2006).
La atención hacia los agrocombustibles se suma recientemente a esas discusiones, y lo hace por motivos muy disímiles. Por un lado, en algunos países se ha visto a los agrocombustibles como una opción para reducir la dependencia de los hidrocarburos y generar autosuficiencia (es el caso de la primera etapa de Brasil). Este es un factor muy importante en los países que son importadores netos de hidrocarburos. Posiblemente esta sea una razón sustantiva actualmente en países como Colombia. Incluso exportadores, como Ecuador, ha iniciado programas de agrocombustibles para su consumo interno (debido a sus limitaciones en disponer de combustible refinado). Por otro lado, más recientemente se han sumado los intereses exportadores, concibiendo a los agrocombustibles como otra mercadería que se puede comercializar con el mundo. Esta orientación es posible en países que cuentan con potencialidades agrícolas adecuadas, y tierra suficiente como para dedicarle superficies significativas que aseguran obtener un volumen exportable. Esta razón parece estar detrás de algunos proyectos más recientes en Brasil, y parece prevalecer en Argentina. Por lo tanto, es indispensable reconocer que existen posturas muy diferentes entre los países latinoamericanos.
Asimismo, el contexto regional se complica todavía más cuando se incorporan las influencias, presiones y promociones desde otras regiones. El caso más evidente han sido las recientes acciones desde Estados Unidos, especialmente con Brasil, y el nuevo papel que se ha autoasignado el Banco Interamericano de Desarrollo en promover los agrocombustibles. Los aspectos más destacados de esas relaciones se analizan más abajo.
Estas tensiones desembocaron en una polémica pública entre altas figuras gubernamentales sobre el papel y los efectos de los agrocombustibles. El intercambio se originó en declaraciones críticas del presidente Hugo Chávez (Venezuela), y un artículo de prensa de Fidel Castro (Cuba), cuestionando a los agrocombustibles, por problemas como el probable desplazamiento de cultivos para la alimentación y su dependencia de las compras originadas en Estados Unidos.
A su vez, el presidente Lula da Silva (Brasil), en un artículo específicamente enfocado en los agrocombustibles y los negocios con EE.UU., rechaza algunas de las advertencias sobre los impactos ambientales y sobre la alimentación 9; otros altos funcionarios brasileños apuntaron en el mismo sentido. Recordemos además que esos intercambios se dieron en el marco de la gira del presidente de Estados Unidos, G.W. Bush a varios países latinoamericanos.
A pesar de ese intercambio, el caso de los agrocombustibles fue discutido en la cumbre sudamericana de energía de Isla Margarita (Venezuela). Su uso y promoción fue defendido por Brasil, y apoyado por otros países (especialmente Colombia,
Uruguay, Chile, e incluso en los hechos hasta Argentina). En la declaración finalmente aprobada en ese encuentro por los presidentes se expresa el “reconocimiento al potencial de los biocombustibles para diversificar la matriz energética suramericana”, y se acuerda conjugar “esfuerzos para intercambiar experiencias realizadas en la región, con miras a lograr la máxima eficiencia en el empleo de estas fuentes, de forma tal, que promueva el desarrollo social, tecnológico agrícola y productivo” 10.
Estados Unidos y los agrocombustibles sudamericanos
Es necesario analizar en mayor detalle el reciente acercamiento entre Estados Unidos y otros países latinoamericanos, y en particular Brasil. Esas conversaciones han generado una polémica política, tienen impactos en los mercados de la energía, y ofrecen algunas pistas sobre el posible futuro del sector de combustibles de base agrícola, ya que Brasil y Estados Unidos se disputan los dos primeros lugares en la producción de bioetanol, Estados Unidos es el mayor consumidor de combustible del planeta, mientras que Brasil es el que tiene la mayor experiencia en ese sector y posee tierra disponible para aumentar todavía más esos cultivos.
Como se indicó arriba, Washington está otorgando creciente atención a los agrocombustibles tanto domésticos como importados. El plan “Veinte en Diez” (comentado anteriormente) apunta a alcanzar a 36 millones de hectáreas cultivadas con maíz durante 2007 para producir bioetanol. Sin embargo allí se enfrenta el problema del menor rendimiento del grano maíz como materia prima para la elaboración del etanol, mientras que la caña de azúcar es más eficiente en este sentido 11. Por lo tanto el país está interesado en contar con fuentes alternativas para importar biocombustibles, y además observa con atención las tecnologías desarrolladas en Brasil.
Es así que Estados Unidos promueve este sector en América Latina, y en esa tarea se ha aliado con la administración Lula da Silva en Brasil y el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El exgobernador del estado de Florida, Jeb Bush (hermano del actual presidente), junto al ex ministro de Agricultura de Brasil, Roberto Rodrigues, y al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Moreno, anunció en Miami el lanzamiento de la Comisión Interamericana de Etanol. Su propósito es fomentar el uso de etanol en el continente americano. Al momento del lanzamiento, Jeb Bush (que dejó la gobernación de Florida para dedicarse a presidir esta comisión) hizo hincapié en los beneficios de esta iniciativa para su país: “A través de esta Comisión, Florida tiene la oportunidad de ubicarse a la vanguardia en promover una política energética que fortalezca la seguridad nacional, estimule el desarrollo económico, aumente la protección del medio ambiente y fomente el libre comercio dentro del hemisferio” 12. Obviamente el objetivo de Estados Unidos es el acceso al etanol brasileño de caña de azúcar, bastante más barato que el estadounidense producido a partir del grano de maíz.
Por su parte, para Brasil este acuerdo puede significar importantes ingresos en divisas por exportación de bioetanol. La posibilidad de ser el abastecedor de ese 15% del consumo de gasolina estadounidense en el 2017 implica multiplicar por ocho su producción actual. Brasil también procura mejorar sus capacidades para la investigación en la fabricación de etanol a partir de lignocelulosa.
Finalmente, Brasil es uno de los principales promotores de otorgarle el reconocimiento de “commodity” al bioetanol bajo las reglas de la OMC (Organización Mundial de Comercio), de manera de flexibilizar su comercialización. En el mismo sentido, Brasil reclama que el gobierno de Estados Unidos reduzca o elimine los aranceles que se impone a sus importaciones. Esas tarifas aduaneras y los altos costos de los fletes reducen la competitividad exportadora del bioetanol brasileño hacia Estados Unidos. A su vez, esas trabas comerciales son una protección indirecta para la producción estadounidense de bioetanol a partir del maíz, que en buena medida beneficia especialmente a las grandes empresas graneleras.
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